jueves, 7 de mayo de 2009

Opinión publicada en el diario 06.05.09

MORIR EN LA CÁRCEL

La muerte de un grupo de presos en la cárcel de Colina hace unos días ha causado una importante polémica sobre la situación de los reclusos en las cárceles chilenas y ha reactivado el tema de la cárceles concesionadas que se encuentran pendientes de construir como una suerte de solución que se enarbola frente al problema de hacinamiento y sobrepoblación penitenciaria que hoy día existe en Chile y que resulta apremiante.
Creo que el asunto no va por construir más cárceles ni en distribuir mejor a los presos dentro de celdas mejor acondicionadas. A pesar de los cuarenta años (al menos), de demostración científica sistemática sobre la ineficacia de la cárcel, ésta todavía persiste como técnica predilecta de castigo penal y lo que es más insólito aún, se ha masificado su uso y aplicación para el aseguramiento de los fines del proceso penal , se han aumentado las penas privativas de libertad, se piensan restringir los beneficios alternativos, se han creado nuevos delitos y se ha rebajado la edad de imputabilidad a los 14 años, es decir la cárcel hoy sirve para todo lo que tenga que ver con lo penal aún cuando todos sabemos hace mucho tiempo que esto no es efectivo. ¿Por qué ocurre esto?
Viendo en la televisión los últimos acontecimientos sobre la “gripe porcina” recordé uno de los orígenes palmarios de la cárcel, esto es lo métodos profilácticos de aislamiento de los enfermos contagiosos a propósito de las grandes pestes que han asolado al mundo y es que las sociedades se han acostumbrado a encerrar como método de depuración de los elementos desviados que puedan contaminar a los grupos “sanos”, “limpios”.
Se entenderá que si bien esta tecnología social podrá tener un sentido en materia de salud pública su utilización en política criminal es por lejos cuestionable. Claro, porque muchas veces es la propia sociedad la que origina las conductas desviadas e incluso crea los delincuentes mediante las técnicas de “etiquetamiento”, entonces que luego se encierre a estas personas (recordemos que se trata de personas), es solo la forma que tiene la sociedad de ocultar, de esconder sus propios problemas, sus propias inequidades. Es más fácil funcionar para una sociedad si no ve sus fracasos y los amontona detrás de viejos muros que enfrentarlos y crear políticas sociales inclusivas, integradoras de los marginados. Se nos dirá que políticas públicas en esa línea demandan mucho tiempo y se necesitan respuestas ahora, que es muy caro y que hay otras prioridades, que la gente tiene miedo. Habría que analizar cada uno de esos puntos y llegaríamos a la conclusión que son expresión de una misma ideología.
Por eso, sucesos como el que recién ocurrió van a seguir pasando porque nadie piensa renunciar a la cárcel aunque ésta reproduzca la delincuencia de la manera más eficiente y perfecta que existe, porque se instaló una suerte de tótem que impide ver que esas personas algún día van a salir libres y doblemente marginadas, en definitiva porque el preso no sólo es despojado de la libertad sino también de su condición de persona y en ese sentido pasan a una categoría diferente, la de “preso”; como señala Wacquant la consigna actual es “hacer que el preso huela a preso”.
Alternativas hay varias y la “descarcelación” del sistema penal es posible desde hace mucho tiempo (baste leer las 10 propuestas de Baratta de 1991 y los múltiples y eficientes programas europeos), pero los tiempos son sordos y las paredes de la cárcel mudas para el resto de la sociedad y lo que pase dentro queda ahí, en las cárceles-depósito del siglo XXI.

Raúl Palma O.

3 comentarios:

Antonio Donoso dijo...

Profesor, mi humilde comentario:

Las herramientas penales y en definitiva el derecho penal ha nacido como una garantía del agente que ha cometido alguna conducta constitutiva y calificada como delito contra el poder punitivo del estado, y además (algo de la misma o mayor importancia) contra la autotutela de la sociedad motivada por el deseo de venganza (que puede ser en muchas ocasiones de crueldad sin limites), pero además es donde se plasma concretamente la protección de los bienes sociales y jurídicos de mayor importancia.
La importancia del derecho no radica solamente en su función reguladora de conductas y relaciones que se dan en sociedad, no debemos olvidar que el derecho es sustento de la libertad del pueblo, de la persona, ante los poderes concentrados en monarquías, dictadores, estados autoritarios y en general aquellas manifestaciones de poder que subyugaron a los pueblos por el interés personal de algunos, fue y es nuestra esfera de protección contra el poder del estado y es ha la vez protección contra-mayoritaria de intereses sociales que en la práctica puedan afectar nuestros derechos fundamentales. Sin embargo hoy en día la sociedad, su mayoría, no tiene conocimiento de esta connotación del derecho como garantía, por lo tanto se piensa que el derecho (penal específicamente) ha nacido, y debe velar, por llevar a la práctica lo que ellos no pueden hacer por sus propias manos, que es castigar al hechor de una conducta social y jurídicamente desaprobada con las penas mas idóneas en correspondencia con el mal causado, es decir, ojo por ojo, o peor ojo por cabeza (atendiendo a que la gente cada vez queda menos conforme con las penas y esperan mayores y mayores castigos). De ahí que se critique tan enérgicamente a los tribunales de justicia por sus decisiones que son calificadas como injustas y desproporcionadas en cuanto a las libertades otorgadas, y del mismo origen se ve el nacimiento de las críticas de muchos “operadores del derecho” hacia la sociedad por su actuar, por sus ansias de querer que el derecho solucione todo y que reprima de la forma mas enérgica a quien ha decidido actuar no conforme derecho o lo socialmente aceptado, aludiendo estos a que esa no es la solución, que no tiene resultados concretos, etc. Ante esto queda la pregunta, y que la gente que es criticada por su vengativo actuar se hace ¿cual es la solución?, ¿que se puede hacer con alguien que difícilmente tienes ganas de rehabilitarse, de salir adelante?, ¿como podemos atender su caso dejando conforme al derecho y dignidad de las personas y a la vez las victimas de su actuar desviado?.
Sin perjuicio de lo anterior, ¿Podemos calificar de injustificadas e ilegítimas las pretensiones de una persona que he sido privada de algún bien importante en su vida, o más aun si ha sido privada de hijos, cónyuges, padres o madres por un actuar culposo o doloso de un tercero?, ¿Es ilegitima la respuesta social actual contra el sistema punitivo del estado, cuando los afectados directos de crímenes y delitos ven que sus agresores pueden seguir llevando su vida normal cuando ellos por fuerza solo deben aceptar la ausencia de un ser amado para siempre o tener que soportar el miedo inherente de ser victima por un tiempo indeterminado?, ¿Cómo podemos entender un sistema de reinserción y rehabilitación si cuando por siglos hemos sido acostumbrados al castigo?, ¿Cómo podemos dar a entender que la cárcel no es la solución?.
Sin lugar a dudas las respuestas son complejas, no todos tenemos el don del perdón, y en un ambiente cada vez más hostil, más cercano a las sociedades decimonónicas, la gente esquiva aquellas respuestas en que el castigo, específicamente la privación de libertad no es considerado, o es llamado de innecesario.
Las respuestas son complejas, así como las soluciones. Este cambio de visión puede durar una enormidad, y no solo debe ser conducido al estado como responsable de cambiar estas impresiones por medio de políticas sociales, culturales o educacionales. Las personas deben recordar que conjuntamente con los derechos se encuentran también deberes, que la educación parte por casa, que el derecho no es la fuente de la solución de muchos problemas, y que la represión, el castigo no mejorara nada si desatendemos como se realiza, como lo viven quienes deben soportarlo y como cambian sus conductas ante la sociedad. Por otro lado la gente ligada al derecho no debe olvidar que si lo que se pretende es que la población en general entienda que el derecho nace y tiene su razón siendo una garantía, sus estudios, sus conocimientos básicos al respecto deben ser abiertamente distribuidos, contribuir no solo con lecturas orientadas a los estudiantes del derecho, si no también con trabajos mas simples, humildes en conceptos e ideas que sirvan para que un lector común pueda asimilarlo, para ser enseñados en escuelas y liceos.
Erradicar las cárceles es tan difícil como erradicar las conductas lesivas de bienes jurídicos y sociales, pero si la sociedad no puede tener una discusión sustantiva al respecto no empezaremos nunca con el camino a posibles soluciones. Esto no es solo tarea del estado, es nuestra es de todos.

Antonio Donoso Nuñez

maria magdalena borbolla sz dijo...

PROFE: ENCUENTRO COMO SIEMPRE SU OPINION , VERDADERA, FUNDADA, Y NO LEJANA A ESTE REALIDAD, QUE SUPERA LA FICCION QUE VIVE CHILE.
SOBRE LAS CÁRCELES, HACE TIEMPO QUE LOS PERIODISTAS LE DEMUESTRAN A LOS CHILENOS QUE SUCEDE ALLÍ.NO ES MENOR LA REALIDAD DE QUE ES MAS FACIL TENERLOS ENCERRADOS, Y EN LA CIUDAD COMO PARA NO ELEVAR TANTOS LOS COSTOS, PORQUE DE NO SER ASÍ, SERÍAN ENVIADOS A ISLAS LEJANAS COMO LO ERA ANTAÑO.
SUCEDE EN CHILE LO QUE En el centro de detención de Nantes. en fin creo que Las expectativas más enfocadas hacia la seguridad que pesan hoy sobre la cárcel, implican penas más largas, mayores controles , menos oportunidades y más vigilancia pues entonces Parecen ser contrafacticos o incompatibles
con una terapia que busque reinsertar a las personas.
la prisión exporta su pobreza...
muy buena opinion profe, coincido 100 % con ud.

Unknown dijo...

Bueno solo agregar al comentario de Antonio, que creo que el problema también estriba en la manera en que los operadores jurídicos, esto es, los jueces y abogados, entienden el derecho penal, recuerdo el año ante pasado cuando fuimos a la conferencia de Carnavalli (perdón si está mal escrito)sobre la ley de responsabilidad penal adolescente y se hizo bastante hincapié en que la última intención del legislador a la hora de sancionar una conducta lesiva de un bien jurídico provocada por un menor, era que a éste se le privara de libertad sin embargo cuando leo las noticias veo que a los menores los encierran y quizas se hace lo que justamente la ley no quería que se hiciera, porque los profesores, la doctrina dice una cosa y luego en la practica se ve otra, entonces me surge la duda ¿Están los jueces interpretando las normas penales como corresponde, están los abogados realmente aplicando los conocimientos que se nos enseñan en el aula, ¿están concientes que el derecho penal es la ultima racio? ¿Resocialización? difícil, en lugares donde las personas no viven como personas, a mi parecer quizás tampoco estamos interpretando la ley como es debido y quizás por nuestro nivel cultural estemos lejos de hacerlo.

Otro punto que recuerdo es el tema de los robos de los cajeros automáticos, recuerdo perfecto la noticia cuando los dueños de los bancos salían diciendo que el estado debía sancionar duramente este delito y aumentar las penas, mi pregunta es ¿por que el estado debe solucionar un problema que quizás este en manos de privados? porque si yo soy dueña de una empresa es a mi a quien le interesa que no la roben por lo tanto instituciones tan grandes como esas deberían invertir en sistemas de seguridad mas sofisticados, antes de pedirle al estado que intervenga aumentando las penas, porque este tipo de conductas nos ha llevado a la posición en la que estamos, donde queremos que todo lo solucione la cárcel, es cierto que el estado se debe hacer presente en situaciones de trascendencia social, pero no seria mejor comenzar con buenas políticas sociales, de inserción , de superación de la pobreza y un sin fin de propuestas.

Me surgen las mismas preguntas que a Antonio, pero siento que es tan difícil lograr el equilibrio ¿Como garantizamos los derechos de los condenados y a la vez reparamos el daño a la victima? complejo, sin duda, pero creo que por lo primero que se debe empezar es por un cambio cultural.

Atte.
Nevenka Hernández