jueves, 13 de noviembre de 2008

Opinión aparecida en el diario Chañarcillo el día de hoy

ALGUNAS LECCIONES DEL CASO SCHMIDT - HEBBEL
Por Raúl Palma Olivares, Abogado y académico.- La noticia del asesinato del joven Schmidt- Hebbel en Santiago ha provocado una serie de reacciones a nivel nacional no obstante lo reciente de la situación y lo preliminar de la investigación que se lleva a cabo por parte del Ministerio Público, lo que se ha visto amplificado por el sorpresivo “vuelco” del caso. Sin embargo es posible, aún con lo temprano de la situación sacar algunas lecciones útiles a la hora de enfrentar este tipo de casos desde la opinión pública y esto como cuestión relevante en la siempre compleja relación entre los medios de comunicación, la percepción ciudadana y el sistema penal. En primer lugar la conmoción inicial que se produjo por un robo que termina con el homicidio de la víctima, es decir por un crimen que parecía ser un caso más de delincuencia común, y con esto quiero aludir a aquel tipo de delincuencia ordinaria sin mayor propósito que el ataque a una víctima indeterminada para obtener una satisfacción personal y que precisamente alimenta el pánico social de poder ser cualquiera aquella víctima, dio paso rápidamente a un enrevesado crimen por encargo donde un sicario y no un ladrón dio muerte al joven que opuso resistencia a su designio, despejando esa reacción inicial, visceral de clamor por “mano dura”, de punto final al estado de “inseguridad total” que se viviría en el país y dando paso a la perplejidad ante un intrincado tramado de relaciones familiares desviadas y el inveterado tropo de la maldad. En segundo lugar y en relación con lo anterior, algunas autoridades políticas horas después de ocurrido el crimen, se enrostraban duramente a través de las cámaras los ya habituales discursos sobre la delincuencia insinuando incluso uno de los personajes la inconveniencia de que el Estado financie una defensa penal pública. Sin embargo ha sido esa misma defensa técnica asegurada a todas los imputados la que ha coadyuvado asesorando a quien aparece como el sicario en la entrega de la información necesaria para que la fiscalía pueda dirigir su investigación con objetividad y eficacia. Si no existiera esa defensa cualquiera podría sospechar de la forma en que las personas son juzgadas y de la manera en que se entrega la información por los detenidos a los órganos persecutores. Sin embargo lo que resulta encomiable es la reacción del padre de la víctima quien en medio de su dolor y cuando todavía el caso aparecía como uno más de delincuencia corriente, hizo un llamado a los políticos y economistas del país a crear una sociedad más inclusiva, donde los niveles de agresividad y violencia disminuyan y que dijo no apelar a la “mano dura” sino a la pena justa. En realidad la templanza y mesura de la víctima contrastaba dramáticamente con la emotividad desembozada de los opinólogos televisivos y con los panelistas permanentes de la “guerra contra la delincuencia”. Es decir esa antinomia presunta entre la víctima y el delincuente, que apela a proteger al primero y a invalidar al segundo, en este caso no operaba. De lo que se trataba era de una sociedad donde todos tengan cabida. A estas alturas el caso se ha convertido en un complejo crimen, no obstante que pareciera resuelto a la mirada común, que presentará desafíos notables en su investigación pero sobre todo en el aspecto penal y en ese sentido en nada aportará la excesiva ocupación de los medios sobre la situación (lo que no se observa en otros crímenes similares respecto de personas pertenecientes a otros grupos sociales) y que la ya clara construcción del “monstruo moral” respecto de la mujer que habría ordenado el crimen lo único que hace es satisfacer nuevamente el insaciable apetito por los casos criminales de la gente (es cosa de ver la cantidad de programas de televisión sobre la materia), reactivar el chivo expiatorio y alimentar fuertes expectativas sociales respecto de la condena- venganza que entran en tensión con los tiempos y las racionalidades del sistema penal

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo en la trascendencia y necesidad de una ineludible libertad de expresión, pero esta debiera estar limitada por la infranqueable barrera de los derechos fundamentales y es en este tipo de materia, su relación con el derecho penal, que hace más imperativo su respeto. Los medios de comunicación masiva y sus repercusiones en la percepción ciudadana, muchas veces perjudiciales, hacen necesario contextualizar los crímenes desde la perspectiva de quienes actúan en derecho, utilizando los mismos medios. Lo lamentable es que lo que vende es el morbo y la sed de venganza.El artículo así lo refleja. Juan Aravena

Anónimo dijo...

Algunas opiniones

1.-Este crimen no creo que meresca un mayor analisis desde el punto de vista criminologico, aca hay una enferma de poder que tiene una retorcida realidad respecto de sus relaciones de familia y nada mas.Oh hay acaso en esto la punta de un iceberg¿?

2.-Ahora se puede decir que efectivamente hay muchos mas recursos para buscar o indagar en los delitos que se cometen a un sujeto de clase economica alta que para esclarecer delitos e incluso arbitrariedades cometias a cualquier hijo de chileno de clase economica baja.

3.-Tratar de convertir a los medios de comunicacion (no todos)de lo que son (BASURAS) en lo que se espera realmente de ellos va a ser tan dificil como solucionar el problema del RE CALENTAMIENTO GLOBAL

Cristian Yañez M.

Anónimo dijo...

necesariedad de renovar el mounstruo justificante de la politica criminal.
siempre es necesario justificar el accionar politico criminal, para mejorar la sensación de seguridad, tranquilizar las estadisticas de paz ciudadana y el perro DON CRACK. Es que un gobierno que nos defiende de tales bestias, o al menos, aplica todo el poder punitivo sobre la bruja, lo justifica, y reconduce a la idea de que es bueno el padre estado que nos protege. si en verdad consideramos a los delitos como actos, si en verdad es esa nuestra concepción, debemos suponer que la sanción no debe llevar aparejada el detrimento en el persona del imputado. No podemos apodarla de QUINTRALA, no podemos escupirla para comparar lo buenos que somos respecto de ella. Es sólo un ilicito mas, una acción mas y el caracter sociologico del delito responde tan solo a una cuestión cultural de politica criminal.No es necesario la sanción mora, ni el apodo,no es necesario justificar ni gozar con tener el poder de encerrarla y que muera en la carcel, asi se hará justicia y dormiremos tranquilos mientras la QUINTRALA vive encerrada.

Anónimo dijo...

para el renombre...vigilar y castigar de F
I. EL CUERPO DE LOS CONDENADOS
(11) Damiens fue condenado, el 2 de marzo de 1757, a "pública retractación ante la puerta principal
de la Iglesia de París", adonde debía ser "llevado y conducido en una carreta, desnudo, en camisa,
con un hacha de cera encendida de dos libras de peso en la mano"; después, "en dicha carreta, a la
plaza de Grève, y sobre un cadalso que allí habrá sido levantado [deberán serle] atenaceadas las
tetillas, brazos, muslos y pantorrillas, y su mano derecha, asido en ésta el cuchillo con que cometió
dicho parricidio,1 quemada con fuego de azufre, y sobre las partes atenaceadas se le verterá plomo
derretido, aceite hirviendo, pez resina ardiente, cera y azufre fundidos juntamente, y a
continuación, su cuerpo estirado y desmembrado por cuatro caballos y sus miembros y tronco
consumidos en el fuego, reducidos a cenizas y sus cenizas arrojadas al viento".2
"Finalmente, se le descuartizó, refiere la Gazette d'Amsterdam.3 Esta última operación fue muy larga,
porque los caballos que se utilizaban no estaban acostumbrados a tirar; de suerte que en lugar de
cuatro, hubo que poner seis, y no bastando aún esto, fue forzoso para desmembrar los muslos del
desdichado, cortarle los nervios y romperle a hachazos las coyunturas. . .
"Aseguran que aunque siempre fue un gran maldiciente, no dejó escapar blasfemia alguna; tan
sólo los extremados dolores le hacían proferir horribles gritos y a menudo repetía: 'Dios mío, tened
piedad de mí; Jesús, socorredme.' Todos los espectadores quedaron edificados de la solicitud del
párroco de Saint-Paul, que a pesar de su avanzada edad, no dejaba pasar momento alguno sin
consolar al paciente."
Y el exento 4 Bouton: "Se encendió el azufre, pero el fuego era tan pobre que sólo la piel de la parte
superior de la mano quedó no más que un poco dañada. A continuación, un ayudante,
arremangado por encima de los codos, tomó unas tenazas de acero hechas para el caso, largas de
un pie y medio aproximadamente, y le atenaceó primero la pantorrilla de la pierna derecha,
después (12) el muslo, de ahí pasó a las dos mollas del brazo derecho, y a continuación a las
tetillas. A este oficial, aunque fuerte y robusto, le costó mucho trabajo arrancar los trozos de carne
que tomaba con las tenazas dos y tres veces del mismo lado, retorciendo, y lo que sacaba en cada
porción dejaba una llaga del tamaño de un escudo de seis libras.5
"Después de estos atenaceamientos, Damiens, que gritaba mucho aunque sin maldecir, levantaba
la cabeza y se miraba. El mismo atenaceador tomó con una cuchara de hierro del caldero mezcla
hirviendo, la cual vertió en abundancia sobre cada llaga. A continuación, ataron con soguillas las
cuerdas destinadas al tiro de los caballos, y después se amarraron aquéllas a cada miembro a lo
1 * Parricidio, por ser contra el rey, a quien se equipara al padre. [T.]
2 1 Pièces originales ft procédures du procès fait à Robert-François Damiens, 1757, t. MI, pp.
372-374.
3 2 Gazette d'Amsterdam, 1 de abril de 1757.
4 ** Exento: oficial de ciertos cuerpos, inferior al alférez y superior al brigadier. [T.]
5 * Escudo de seis libras: cierta moneda de la época. [T.]
Michel Foucault Vigilar y castigar
6
largo de los muslos, piernas y brazos.
"El señor Le Bretón, escribano, se acercó repetidas veces al reo para preguntarle si no tenía algo
que decir. Dijo que no; gritaba como representan a los condenados, que no hay cómo se diga, a
cada tormento: '¡Perdón, Dios mío! Perdón, Señor.' A pesar de todos los sufrimientos dichos,
levantaba de cuando en cuando la cabeza y se miraba valientemente. Las sogas, tan apretadas por
los hombres que tiraban de los cabos, le hacían sufrir dolores indecibles. El señor Le Bretón se le
volvió a acercar y le preguntó si no quería decir nada; dijo que no. Unos cuantos confesores se
acercaron y le hablaron buen rato. Besaba de buena voluntad el crucifijo que le presentaban; tendía
los labios y decía siempre: 'Perdón, Señor.'
"Los caballos dieron una arremetida, tirando cada uno de un miembro en derechura, sujeto cada
caballo por un oficial. Un cuarto de hora después, vuelta a empezar, y en fin, tras de varios
intentos, hubo que hacer tirar a los caballos de esta suerte: los del brazo derecho a la cabeza, y los
de los muslos volviéndose del lado de los brazos, con lo que se rompieron los brazos por las
coyunturas. Estos tirones se repitieron varias veces sin resultado. El reo levantaba la cabeza y se
contemplaba. Fue preciso poner otros dos caballos delante de los amarrados a los muslos, lo cual
hacía seis caballos. Sin resultado.
"En fin, el verdugo Samson marchó a decir al señor Le Bretón que no había medio ni esperanza de
lograr nada, y le pidió que preguntara a los Señores si no querían que lo hiciera cortar en pedazos.
El señor Le Bretón acudió de la ciudad y dio orden de hacer nuevos esfuerzos, lo que se cumplió;
pero los caballos se impacientaron, y uno de los que tiraban de los muslos del supliciado (13) cayó
al suelo. Los confesores volvieron y le hablaron de nuevo. Él les decía (yo lo oí): 'Bésenme, señores.'
Y como el señor cura de Saint-Paul no se decidiera, el señor de Marsilly pasó por debajo de la soga
del brazo izquierdo y fue a besarlo en la frente. Los verdugos se juntaron y Damiens les decía que
no juraran, que desempeñaran su cometido, que él no los recriminaba; les pedía que rogaran a
Dios por él, y recomendaba al párroco de Saint-Paul que rezara por él en la primera misa.
"Después de dos o tres tentativas, el verdugo Samson y el que lo había atenaceado sacaron cada
uno un cuchillo de la bolsa y cortaron los muslos por su unión con el tronco del cuerpo. Los cuatro
caballos, tirando con todas sus fuerzas, se llevaron tras ellos los muslos, a saber: primero el del
lado derecho, el otro después; luego se hizo lo mismo con los brazos y en el sitio de los hombros y
axilas y en las cuatro partes. Fue preciso cortar las carnes hasta casi el hueso; los caballos, tirando
con todas sus fuerzas, se llevaron el brazo derecho primero, y el otro después.
"Una vez retiradas estas cuatro partes, los confesores bajaron para hablarle; pero su verdugo les
dijo que había muerto, aunque la verdad era que yo veía al hombre agitarse, y la mandíbula
inferior subir y bajar como si hablara. Uno de los oficiales dijo incluso poco después que cuando
levantaron el tronco del cuerpo para arrojarlo a la hoguera, estaba aún vivo. Los cuatro miembros,
desatados de las sogas de los caballos, fueron arrojados a una hoguera dispuesta en el recinto en
línea recta del cadalso; luego el tronco y la totalidad fueron en seguida cubiertos de leños y de
fajina, y prendido el fuego a la paja mezclada con esta madera.
"...En cumplimiento de la sentencia, todo quedó reducido a cenizas. El último trozo hallado en las
brasas no acabó de consumirse hasta las diez y media y más de la noche. Los pedazos de carne y el
tronco tardaron unas cuatro horas en quemarse. Los oficiales, en cuyo número me contaba yo, así
como mi hijo, con unos arqueros a modo de destacamento, permanecimos en la plaza hasta cerca
de las once.
"Se quiere hallar significado al hecho de que un perro se echó a la mañana siguiente sobre el sitio
donde había estado la hoguera, y ahuyentado repetidas veces, volvía allí siempre. Pero no es difícil
comprender que el animal encontraba aquel lugar más caliente." 6

Anónimo dijo...

Sob rel apena a aplicar, se siente en el aire la idea de ser un castigo ejemplarizador DIJO UN HONORABLE diputado, como si las demas sanciones no tuvieran ese caracter, o peor aun, esto del ppio de legalidad fuera una quimera limitante en el ejercicio de la justicia, del pueblo...esa que llena LUN, que el castigo sea ejemplarizador esconde una idea aún más macabra...las sanciones cada vez pierden el caracter primigenio que las fundamentaba, es decir su caracter sancionatorio, privativo por antonomasia de bienes importante, al parecer ya no tiene la misma fuerza, ergo es necesario que se apliquen nuevos castigos ejemplarizadores para la gente que no es de BIEN. Esto reconduce a un noruego creo...nils christie, el mismo que escribio una sensata cantidad de delito, pero ahora saco a colacion, o parafraseo una parte referida al contenido politico criminal a la hora de determinar cuanta leña es necesario para quemar a la bruja
libro: la industria del delito. Nils christie
Una cantidad apropiada de dolor
Hemos visto que el nivel de dolor que impone una sociedad no está
determinado por los delitos cometidos, que el castigo no es una simple
reacción ante los actos viles, que el nivel de castigo no afecta
demasiado el nivel de delitos y que la ley no es un instrumento natural
para admmistrar la sociedad. Esto también nos libera de la carga
de la utUidad; aun para aquellos que optan por la concepción utilitarista
del castigo, queda claro que tenemos derecho a optar. Para el resto
de nosotros, esto siempre estuvo claro.
Pero esta libertad plantea inmediatamente nuevos problemas. Si el
delito no provoca el castigo, ¿cómo habremos de determinar la cantidad
apropiada de dolor que se puede repartir dentro de una determinada
sociedad? Somos libres, pero sin claras pautas establecidas. ¿Por
LA CULTURA DEL CONTROL DEL DELITO 189
qué no habríamos de tener más gente en la cárcel de la que hay
actualmente? ¿Por qué no un quinto de la población mascuUna o en
todo caso un tercio? ¿Por qué no volver a introducir los azotes públicos?
¿Y por qué no hacer un uso más extensivo de la pena de muerte?
Es posible encontrar una respuesta. Es posible, si intentamos conservar
la proxhnidad entre la institución de la ley y las otras instituciones
culturales. Una cantidad apropiada de dolor no depende de la utilidad
social, del control del delito, de si funciona o no. Depende de normas
que se basan en valores. Es una cuestión cultural.

Anónimo dijo...

quedo libre por que el verdadero homicida del esposo de la quintrala...pero si por creer en la confesión del señor de 70 años se cometio un error, por que deberá ser distinto de la confesión del sicario... es mas facil ajustar el nexo causal a la confesión del imputado que en verdad buscar la verdad material....y si el sicario nuevamente miente en la confesión...que buscara la fiscalía...la verdad material mas alla de toda confesión razonable...y no aprenden...se equivocaron al determinar la linea investigativa a partir de la confesion...con el señor de 70 años se equivocaron ...luego el sicario ahora confiesa... y como si no hubiesen aprendido la lección...le vuelven a creer....como si en verdad importara si lo hizo o no lo hizo...

jorge luis

el bandoneonista dijo...

pd: no quemen a la bruja...al menos no hasta que sepamos cuantas manzanas envenenó...