jueves, 11 de junio de 2009

Columna aparecida hoy en el diario Chañarcillo

EL USO DE LA VICTIMA

El rol y status de la víctima en el proceso penal desde siempre ha suscitado controversias y generado debate entre los especialistas, pero es en el último tiempo con la aparición mediática de la víctima y la calidad que asume en el proceso penal adversarial que la cuestión se ha vuelto más atingente y apremiante.
Para nadie es un misterio que hoy día, como señala el sociólogo Garland, existe un intento de dar un lugar privilegiado a la víctima, pero esto (advierte el autor), obedece fundamentalmente a fines que van más allá del legítimo sentimiento de las genuinas víctimas sino que más bien se ordena en una construcción política- estratégica, funcional a los requerimientos de mayor uso del recurso penal y a las políticas criminales de corte retribucionista. Es decir hay una instrumentalización de la víctima con la finalidad de legitimar las medidas de segregación punitiva, el empobrecimiento de las garantías del imputado y mantener satisfecha formalmente la demanda de seguridad pública. Esto, desde luego, es muy peligroso.
La víctima como sujeto ofendido por el comportamiento lesivo tiene derechos, qué duda cabe, pero por cierto la víctima directa del daño, quien ha sufrido la molestia y perturbación de sus derechos, principalmente a que se le proteja, a ser escuchada y a que se le de un trato digno durante la investigación. Pero lo más importante creo, tiene derecho a que quienes legislan no la instrumentalicen y que quienes llevan adelante la persecución penal lo hagan con eficiencia y prontitud y que así no se generen falsas expectativas, malos entendidos que profundicen la insatisfacción y el dolor por esa experiencia sufrida.
Justamente, estimo que el tema de la víctima está plagado de malos entendidos contraproducentes y nefastos. Por un lado se le contrasta con los derechos del imputado lo cual es un error mayúsculo, por cuanto la controversia penal reside en la pretensión punitiva del Estado contra el infractor. Es decir es el imputado el que va a recibir todo el rigor de la coacción estatal no la víctima, por eso ampliar los derechos al ofendido en detrimento de los del acusado es una tergiversación del conflicto penal que solo puede esconder un afán antigarantista pero en ningún caso puede significar una mayor protección de la víctima. Por otro lado, abordar penalmente problemas sociales como la violencia intrafamiliar es un caldo de cultivo de frustraciones para la misma sociedad, además de generar víctimas colectivas- potenciales, en este caso las mujeres. Asimismo la exposición mediática profusa del ofendido alimenta sólo la venganza y pretende trasladar este sentimiento pre-civilizatorio a los tribunales de justicia demandando lo imposible a los jueces, que deroguen tácitamente el derecho y apliquen la “justicia vengativa”, infligir daño al acusado, volver al patíbulo y a la exhibición pública del cuerpo flagelado del condenado.
El asunto de la víctima requiere ser abordado seriamente y lejos de los cálculos y escenificaciones maniqueas que abundan ya que su utilización como símbolo de la lucha contra la delincuencia está deviniendo en una sociedad delirosa y patológicamente insatisfecha y agresiva. Hoy las cárceles están llenas y los condenados en condiciones crueles como ha dicho la Fiscal de la Corte Suprema, la prisión preventiva es prácticamente automática en ciertos delitos (como castigo simbólico vía Agenda Corta), las penas y los delitos se aumentan, las cámaras de vigilancia tienen todo bajo control incluso a los legisladores, las comunicaciones intervenidas en muchos casos, los controles de identidad de masifican, pero aún así será difícil que esa víctima potencial construida- personalizada, es decir la sociedad toda, se quede tranquila y satisfecha. Mientras la técnica social promovida sea el riesgo, el peligro, el miedo y se persista en el tropo personalizador: la víctima simbólica crece y la real seguirá sin entender si en su caso se ha hecho lo correcto, lo debido.

RPO

5 comentarios:

Antonio Donoso dijo...

No creo que el dar un lugar más privilegiado a la victima va más allá del legítimo sentimiento de las víctimas reales, es más, creo que independiente de la instrumentalización que sufren las víctimas que sirve de fundamento para todo lo mencionado en el comentario como un detrimento de las garantías de los imputados y aumento de penas, entre otros puntos, estas realmente quieren mayor atención, mejor trato, mejor investigación y por supuesto justicia, y no creo que esto vaya de la mano con un detrimento en las condiciones de los imputados, en sus derechos, en la pena que deban recibir. Si así fuera, estas no tendrían porque verse como responsables de esa situación. Es cierto que al final el que va a recibir todo el rigor del castigo estatal y el repudio social (gracias a los medios) será el imputado, pero en un principio quien se ve privado de un bien, por una conducta injustificada, es la víctima, esta es quien debe cambiar su ritmo de vida cotidiano para enfrentar una perdida, llevar un proceso y ajustarse a su nueva situación. La víctima y en especial aquella sin recursos económicos debería tener más opciones que el ministerio público para apoyar su causa, para obtener una adecuada orientación, rehabilitación y con esto una mayor satisfacción de lo que puede realmente darle la justicia. La persona a la cual se le imputa un delito debe recibir un trato digno, no debe ser tratado como culpable, debe tener un proceso legalmente tramitado, debe recibir una pena racional y justa de acuerdo al mal causado, pero a la vez las victimas deben recibir un trato acorde a la situación que están viviendo.
No es necesario ser sociólogo, historiador, erudito del derecho o leer abundante estadística para darse cuenta que la gente no está conforme con el sistema de justicia, y que esto no está determinado por la instrumentalización de las víctimas. Pero que la gente común y corriente no esté conforme con la justicia no dice relación con la responsabilidad de estas por un pésimo sistema punitivo, cárceles hacinadas, indignas, un sistema fallido de rehabilitación e reinserción social, un derecho penal con normas antiquísimas, una sensación nula de justicia, etc.
Ser empático con una víctima, desde una perspectiva legalista, es algo que cuesta conciliar.

Anónimo dijo...

Tienes toda razón en el sentido que las víctimas requieren atención y eso lo reconozco en la columna pero es eso tarea del sistema penal en el sentido de objetivo?, o más bien dice relación con políticas públicas de asistencia y protección?
Creo que introducir a la víctima en el sistema penal como sujeto en igualdad de condiciones que el imputado es incorrecto y solo genera mayor desencanto con la justicia.
Me parece correcto lo que planteas sobre mirar empáticamente a la víctima pero te invito a una mirada jurídica, penal y no asistencial o psicológica.
La experiencia comparada es abundante en cuanto a la instrumentalización de la víctima como paradigma del populismo penal. Eso ya llegó a Chile y hay que abordarlo desde el derecho, que es donde estamos nosotros.

RPO

Antonio Donoso dijo...

Profesor, tal como dice Ud. no creo que esta deba ser una tarea del derecho penal adjetivo, derecho que por lo demás tiene una relación directa solo con los agentes que puedan verse envueltos en una situación que constituya un injusto, una conducta tipificada por nuestra legislación, y no con las víctimas directamente. El hecho de dar mayores privilegios a las víctimas, y sin eso entrar en materia penal ni hacerlo en detrimento de los imputados, lo digo porque creo que en ese punto hay deficiencias, y estas se manifiestan en la sensación generalizada de que las actuales penas no bastan, y que los tribunales de justicia no están haciendo su trabajo como corresponde.
Gracias por su comentario, y desde ya me justifico por mi inasistencia el sábado a clases por motivos laborales. Atte.

Antonio Donoso dijo...

Profesor, tal como dice Ud. no creo que esta deba ser una tarea del derecho penal adjetivo, derecho que por lo demás tiene una relación directa solo con los agentes que puedan verse envueltos en una situación que constituya un injusto, una conducta tipificada por nuestra legislación, y no con las víctimas directamente. El hecho de dar mayores privilegios a las víctimas, y sin eso entrar en materia penal ni hacerlo en detrimento de los imputados, lo digo porque creo que en ese punto hay deficiencias, y estas se manifiestan en la sensación generalizada de que las actuales penas no bastan, y que los tribunales de justicia no están haciendo su trabajo como corresponde.
Gracias por su comentario, y desde ya me justifico por mi inasistencia el sábado a clases por motivos laborales. Atte.

Anónimo dijo...

Agradezco los comentarios y lamento que no puedas ir el sábado pero lo comprendo y tendré presenta la justificación.

RPO